domingo, 23 de agosto de 2015

99ª COMPETICIÓN: VI TRAVESÍA A NADO ISLAS SISARGAS: NAUFRAGO

Domingo, 9/8/15, 11:00 h.
VI Travesía a Nado Sisargas
Lugar: Malpica (La Coruña)
Distancia: 4.2 km
Dificultad: media - alta (oleaje y corriente)
Inscripción: 35 euros
Tiempo: 2h 08' 59"
Tiempo del 1º: 1h 08' 23" (- 1h 00' 36")
Puesto: 95º de 150
Avituallamiento final: agua, isotónico, cerveza, paella
Trayecto desde Betanzos: 45' - 70 km
Puntuación: 8/10
Repetiría: Dudoso (en estas condiciones ni loco)
CLASIFICACIÓN

Y me las prometía felices. Después de participar la semana anterior en la travesía y el acuatlón de Cedeira y hacer muchos entrenos en mar disfrutando, me pensaba que esta prueba iba a ser un camino de rosas. Pues al final fue de espinas. Por suerte, puedo contarlo tranquilamente aunque el susto aún me dura en el cuerpo. Como ya he dicho, no se puede perder el respeto a pruebas duras (en condiciones adversas). Mensaje pillado. Ahí va la crónica
Qué guay, hoy mochila pequeña, solamente toca nadar, no tengo que complicarme mucho. Recojo a mi compi de aventuras Pablo y nos vamos dirección Malpica a cambiar el monte por el agua, a ver qué tal se nos da. Llegamos con tiempo, recogemos dorsales, el día pinta bien. Por allí andan varios del equipo, en total somos sobre 150 valientes dispuestos a desafiar a la famosa Costa da Morte. Nos ponemos los neoprenos en el puerto, hacemos la foto de rigor (¡ambientazo!) y nos reparten en varios barcos para llegar al punto de salida. Y es que esta es una prueba peculiar, de ahí su fama. Nos llevan en barco hasta las "Islas Sisargas", nos lanzamos al agua y desde allí tenemos que nadar hasta la playa de Malpica, 4.2 km "en línea recta". Y ya no empezamos bien. Por orden alfabético me toca en el primer barco... ¡sin ninguno de mi equipo! Es decir, que en el trayecto hasta la isla no puedo ir soltando presión...
¡Ya es mala suerte! Va, no pasa nada, me subo al barco pesquero y busco un hueco en un lateral mientras el patrón nos dice que nos agarremos bien que va a ser movidito. Me cago en... Por suerte se sube conmigo "Lucho", un argentino que conozco de los tris y que viene a intentar bajar de 1 hora (al final hizo 2...). Me cuenta cómo es el recorrido, dónde tomar referencias y lo que me espera. Buena ayuda hasta que arrancamos y el sube-baja del barco contra las olas hace que entre agua y nos mojemos antes de lanzarnos al mar. Buff, en qué lío me he metido. Claro, cuando te apuntas a una travesía como esta no piensas en "este viaje de ida". Nos cuenta el "patrón" que algún año hubo nadadores que se marearon en el trayecto y que ya no pudieron empezar a nadar. Dando ánimos. Los 15 minutos surcando las olas se me hicieron interminables. Por un lado pensaba en si me dejarían volver en el barco sin participar y por otro que no podía ser tan malo con tanta gente 
apuntada y tan buena fama. Así que decidí centrarme en las palabras de mi compañero Lucho y distraerme saludando a los de los otros barcos y rezando para que las olas disminuyeran a medida que nos acercábamos a la zona de salida. Por fin llegamos a las Islas, los barcos se paran y es el momento de lanzarse al agua. Parece que aquí está más tranquilo. Parece. Me pongo el gorro y las gafas y se masca la tensión, todos esperando para lanzarnos al agua. Dan la señal y allá vamos. Bueno, no está tan fría. O al menos no tanto como creía. El uso obligatorio del neopreno da cierta tranquilidad. Una vez todos en el agua, nadamos hacia uno de los barcos para estar todos juntos y sin tiempo para más... ¡acción! La verdad, no sé si fueron los nervios pero no tenía muy claro el recorrido, me pensaba que iba a ser como Cedeira, hay que ser pardillo. Toca seguir al grupo. El problema es que salen como foguetes.
Aún encima, me olvido de darle al reloj y me paro a activarlo. Busco a alguno del equipo pero aquello ya es un "sálvese quién pueda" e intento tirar hacia la 1ª boya. Los primeros 200 metros los hago tranquilo, cómodo, disfrutando. Pero cuando levanto la cabeza y no veo a casi nadie empiezo a preocuparme. Aún más al notar como el tamaño de las olas va creciendo y me impiden tomar referencias si no me paro. Nueva estrategia: pegarme a alguien y así ir más tranquilo. Sigo avanzando y se une otro problema: las olas vienen por la izquierda y yo respiro hacia ese lado así que tengo que sacar la cabeza más para no tragar agua continuamente. Respiro hondo y busco la siguiente boya, aunque veo que cada uno va por dónde quiere, así que intento engancharme a un grupillo de 3 que llevo a unos 50 metros. Miro hacia atrás y no veo ni barcos ni kayaks ni nada. Por delante hay alguno pero lejos. Pero me encuentro
con ganas, me han dicho que "lo peor" son los primeros 1500 metros, ese hueco que dejan las islas y la costa, que después se tranquiliza la cosa así que pienso en llegar "a la zona tranquila" cuanto antes. Braceo como puedo o más bien como me dejan las olas, intentando no perder la referencia de los que llevo cerca aunque para mí es casi imposible porque cada 3 brazadas los pierdo por la corriente y el oleaje. Miro el reloj y llevo 45 minutos, no debe quedar tanto aunque no tengo ni idea de a dónde hay que llegar. Me paro para tranquilizarme y encuentro a otro en la misma situación. No hace falta decir nada. Con mirarnos ya nos llega para ponernos a la par e intentar avanzar juntos dándonos apoyo en silencio. Cada 100 metros paramos a preguntarnos si todo está correcto, parece que él sabe hacia dónde hay que ir, menos mal. Seguimos así sobre 1 kilómetro hasta que nos pasa una chica y formamos un grupito de 3. Eso sí, las olas no
paran y yo diría que aún van a más. Miro el reloj y llevo hora y media. Buff, y lo que me queda. Lo peor es que no sé si de los nervios tengo que parar cada poco a "vaciar la vejiga" (nada menos que 6 veces, flipante) y cuando paro me entra el frío. Además, supongo que por culpa de las olas, de vez en cuando me mareo un poco pero en esos momentos me enfado conmigo mismo y pienso que no puedo rendirme tan fácil, a pesar de ver cómo algunos se suben a los barcos (hubo 30 abandonos o fuera del corte). No sé el momento pero levanto la cabeza y estoy sólo, he perdido a mis compañeros de viaje y al mirar hacia delante veo a un kayak a lo lejos. No sé si tendré que nadar hacia allí, pero me parece la única opción, así que lucho contra las olas para avanzar lo más rápido posible hacia esa zona. Repito la operación varias veces y mi único pensamiento es llegar, como sea. Por fin, igual que un espejismo de agua en pleno desierto, pero a la inversa, veo a lo lejos la playa y por primera vez creo que lo voy a conseguir. Aunque aún está lejos. Pero ya tengo referencia, después de 1h y 45' dando brazadas. Sigo sin compañía y las olas no cesan, ya voy justito pero me deben quedar unos 400 metros. Me pongo a pensar en la paella para olvidarme de la situación y del ritmo que debo llevar entre el cansancio y el oleaje. Me cuesta un mundo ver cada vez más cerca la playa y aflora un nuevo temor... las olas de la playa, recordando lo mal que lo pasé en el Tri de 
 Arteixo de hace 2 años. La verdad... casi me daba igual con lo que llevaba encima. Hasta igual llego más rápido si me centrifugan un poco. Izquierda, derecha, izquierda, derecha... no sé a qué zona de la playa tengo que llegar, la veo muy grande y no veo referencia. Es igual, sigo. Sin querer me desvío un poco hacia la izquierda y corrijo rápido para no seguir haciendo metros de más. Ahora sí, veo unas banderas, debe ser allí. 300 metros. Un mundo. Voy en reserva. Pienso en todos los entrenos que llevo y en añadir una muesca más al revólver. 200 metros. Veo a la gente... ¡y casi no hay olas! Casi se me escapa una sonrisa si no fuera porque voy muy cansado. A falta de 150 metros las olas de la playa me ayudan a avanzar y consigo surfear un par de ellas hasta llegar a una zona de algas que no me deja nadar, está plagado, lo que me faltaba. Pero ya estoy casi en la orilla y es el último esfuerzo, así que abro camino
entre ellas y sí, se obra el milagro, toco tierra y salgo del agua entre el aplauso de toda la gente que está allí esperando nuestra llegada. Me siento como el Papa cuando pisa tierra santa. Hasta me arrodillo en el suelo y hago el "gesto papal" de lo contento que estoy. Cruzo la alfombra en 2h 08' 59", sobre 40' por encima de mi tiempo previsto, una eternidad. Allí está mi compañero Pablo que me cuenta que le hicieron subir al barco porque no pasó el corte, qué rabia aunque se libró de una buena. Recupero fuerzas mientras le cuento mis aventuras y nos vamos al coche a cambiar. Volvemos a la playa ya más recuperados y nos encontramos al resto del equipo. Nos cuentan que ha sido la edición más dura y que se ha hecho entre 20 y 30' por encima del tiempo previsto. No me extraña. Mi cara empieza a pasar del 
susto a la alegría por haberla terminado, aún más cuando veo a mi compañero Alvaro con la cara desencajada por el esfuerzo tras más de 2h y media peleando contra el mar. Aún lo pasó peor que yo. Menos mal que somos una piña y descargamos tensión comiéndonos la paella post-carrera, que estaba muy rica y nos reanimó para pensar ya en nuevas aventuras... eso sí, en otra de esta no me pillan!!




 - Aparcamiento cerca de salida / meta.
- Muy buen ambiente, en las travesías hay muy buen rollo.
- La prueba en sí, el marco, el trayecto de ida... espectacular.
- Avituallamiento final de lujo.
- Sin colas para recoger dorsales.


- Aunque había bastantes kayaks, en algunos momentos pasé "cierto miedo" en medio del mar sin ver a ninguno cerca. Supongo que es falta de costumbre.
- ¿Duchas? No sé si las había, pero yo no las encontré.
- No sé si en este tipo de pruebas deberían exigir algún requisito mínimo, aunque supongo que eso irá en la responsabilidad y conciencia de cada uno.





En resumen, una gran prueba, distinta y hecha para nadadores, con un marco y unas características únicas y que, en condiciones adversas (como en este caso) necesita una buena preparación para terminarla. Aquí os dejo un vídeo resumen de la prueba... ¡que lo disfrutéis!

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