PRUEBA: TRAIL RAE OTAÑES (Campeonato de España Individual y de Selecciones)
FECHA: 12/MAYO/2019 - 8:30 h.
LUGAR: OTAÑES (Castro Urdiales, Cantabria)
DISTANCIA: 34 km
DESNIVEL: 4000 m. acumulados
DIFICULTAD: Media
TIEMPO: 3h 34' 53"
TIEMPO DEL 1º: 2h 54' 17" (- 40' 36")
PUESTO: 107º (13º de Selecciones)
AVITUALLAMIENTOS: 5 + meta
ROPA UTILIZADA: Mallas kalenji / Camiseta Selección / Cinta con visera / Calcetines lurbel
ZAPATILLAS UTILIZADAS: New Balance Hierro V3
PUNTUACIÓN: 9/10
REPETIRÍA: ¡MAÑANA MISMO!
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Después de 1 año sin escribir crónicas de mis carreras... creo que la ocasión lo merecía. Y es que no se representa a la Selección Gallega en el deporte que te apasiona todos los días. Y menos con un grupo de gente tan majo. Empecemos por el principio.
Sábado, 8:30 h. Repaso por 5ª vez mi mochila de trail en la que llevo las 4 cosas con las que voy a correr y otras 3000 "por si acaso". Han quedado en recogerme sobre las 10, pero desayuno y estoy listo mucho antes. ¡Qué ganas! Voy a correr por primera vez con la selección en la carrera más importante del año a nivel nacional y con un grupo de gente a la que no conozco... ¡menuda experiencia! Suena el teléfono... ¡allá vamos! Bajo y... la primera en la frente. Todos del Celta y yo... con la camiseta del Depor. "Trágame tierra". Y yo que la llevaba para ir entrando en materia con la bandera gallega... la cosa no debió ir tan mal porque me dejaron subir.
Allí estaban Montilla, Fran Salgueiro, Luis Pose, Vero y Cris, que junto a un servidor y Antón (nuestro "guía" y representante de la Federación) formaríamos "el grupo del furgón" a los que se uniría el resto de la expedición por la tarde en Castro Urdiales. Salimos de Betanzos y tanteo el ambiente a ver cómo andamos de feeling, puesto que sólo conocía a Montilla. A los 20 minutos parece que somos amigos de toda la vida. Y es que para la mayoría es nuestra "primera vez" y se nota la ilusión y las ganas. Primera parada en Navia (para mí, algunos vienen desde Pontevedra haciendo la ruta) y empiezan los selfies. Seguimos y paramos a comer en un restaurante de la autopista en donde nos sobró plato y medio porque estábamos en Asturias y las
cantidades no las tienen bien ajustadas. ¡Qué barbaridad! Menos mal que la camarera era simpática... Y después de unas cuántas horas de furgoneta llegamos a Laredo, centro base de la selección en el Hotel "El Cortijo" (que no el cortejo), familiar y tranquilo, en un pueblo muy bonito que apenas vimos. Reparto de habitaciones y me toca con el "sheriff Montilla", a ver si se me pega algo. Dejamos las cosas y vamos para Castro Urdiales, donde nos juntamos con el resto de la selección (María Fabeiro, Serafina y nuestro "junior de oro" Pablo). Imposible entrar en el briefing, está a reventar, aunque tenemos la suerte de escucharlo de la boca de nuestro seleccionador Salva... ¡muy corrible! Perfecto. De allí nos vamos paseando con un día espectacular hasta el casco viejo de Castro Urdiales, donde se va a hacer una presentación de las selecciones del campeonato.
Aprovechamos para sacar unas fotos con nuestra bandera y darnos cuenta que... ¡donde nos hemos metido! Había selecciones con 30-40 corredores, uniformadas de arriba a abajo, con un montón de chavales... Daba igual, en ilusión era imposible ganarnos, así que nos colocamos en el orden indicado y, como dijo el speaker, "pocos pero igual de importantes", disfrutamos de nuestro momento de gloria y con la piel de gallina representando a Galicia delante de una plaza abarrotada con todas las selecciones nacionales. Está claro, si hay próxima vez hay que ensayar ese desfile... Acabada la presentación con un montón de fueras de serie, otro paseíto (con parada previa en el super) para coger la furgo, volver a nuestro centro base en Laredo y buscar un
sitio para cenar. No tuvimos que dar demasiadas vueltas, porque Laredo es pequeño y tiene muchos restaurantes, así que otro pequeño paseo junto a mis compañer@s y encontramos el sitio perfecto... una pizzería, donde cenamos muy bien y haciendo equipo, conociendo un poco más al resto de la selección y confirmando que en Galicia es muy difícil encontrarte a algún corredor de montaña que te pueda caer mal... ¡qué gente más maja! Y resolviendo el mundo la cena se pasó tan rápido como el tiempo... ¡si ya son las 11! Vuelta al hotel y Luis Pose, Antón y un servidor nos fuimos a dar una vuelta para "hacer la digestión" mientras el resto de la expedición ya velaba armas para la batalla. Sobre las 12 ya en el hotel, preparar todo para el día siguiente, hablar un poco con Montilla y dar 300 vueltas por los nervios para conseguir dormirme alrededor de la 1... ¡ya no queda nada!
6:00 a.m. Ahora sí. Me pongo la camiseta de la selección. Piel de gallina. Aún con los ojos a medio abrir, vamos a desayunar al comedor, que lo abren expresamente para nosotros. Nos atiende "el hermano de la camarera de la autopista", pero nos echamos unas risas (para variar) con la escasez del menú y con lo que lleva cada uno, que nos sirve para soltar nervios y tensión. Acabamos de prepararnos, recogemos todo y ponemos rumbo a Otañes, salida y meta del campeonato de España. Ambientazo. Banderas por todos lados, gente para un lado, para el otro... aparcamos y quedamos en 10 minutos para las fotos y calentar, así que aprovecho para ir al baño esperando una interminable cola en uno de los bares. A escasos 30' para que empiece la fiesta, hacemos unas fotos todos uniformados con Pablo, María, Serafina y Fito, que también se une al grupo, y hablamos un poco de lo que nos vamos a encontrar y de los tiempos estimados.
No hay tiempo para más. Nos deseamos suerte, pasamos el control y rápidamente Fran se va a buscar posiciones. Difícil, la salida es estrecha y ya están la mayoría colocados. Montilla, Luis y yo nos quedamos por detrás y las chicas también. Tranquilidad, tendremos tiempo de adelantar. Llega el momento de la verdad. 34 km con 2000 positivos y un perfil que asusta... ¡qué ganas! Cuenta atrás y... ¡arrancamos! ¿Pero a dónde van estos? Creo que ni en la milla se sale tan rápido... vaya locura. Aún encima llaneo y cuesta abajo por asfalto el primer kilómetro. Ni en sprint me pongo delante. Intento mantenerme cerca de Luis y Montilla y al empinarse el asfalto veo a más de 150 por delante... nivelazo. Sigue la cuesta y en el km 2 primer problema... hay que subir un cortafuegos de uno en uno y "no pusieron la máquina de turnos" para pasar, así que se forma un tapón tremendo en el que estoy parado más de 3 minutos viendo como
intenta colarse gente por los lados... ¡vaya jeta! Por fin consigo meterme y aquí ya pierdo de vista definitivamente al resto de mis compañeros. No pasa nada, intento buscar mi ritmo y aprieto en los tramos llanos y en la bajada. Sobre el km 10 pasamos de nuevo por Otañes, allí nos está animando Antón y el resto de familiares. Por ahora voy muy bien, pero es que debo llevar a 200 por delante... Nada más cruzar el pueblo, toca ponerse el mono de trabajo. Segundo pico de la prueba, el más técnico, que comienza con una subida fuerte por asfalto para enlazar con un cortafuegos brutal de los que te acuerdas al final de carrera. Lo hago a buen ritmo y cuando creo que lo peor ya ha pasado... ¡menuda bajada! Seguramente de las peores que he hecho, me costaba hasta ir andando; muy rota, con agujeros y hierba alta, perfecta para acabar la carrera antes de tiempo. Y después de tanto esfuerzo para estar ahí en ese momento, ni
se me pasaba por la cabeza tener que parar sin cruzar la meta. Así que arriesgué lo justo para seguir al grupo en el que estaba y salvé el segundo diente de sierra de la jornada. Por delante, sobre 2 km de pista llanos en los que puse el turbo a funcionar, pasando de nuevo por el pueblo. Tanto esfuerzo para estar de nuevo en la zona de salida; si lo sé que avisaran, que espero tomando algo y ya iniciaba desde ahí; en fin, recuperé alguna posición, antes de encarar el Tourmalet de la jornada, 5 kilómetros que según el seleccionador eran "para correr". Nada más arrancar, manos a las rodillas y a sufrir. No me encuentro mal, pero sé que va a ser larga y troto suave en las pistas y camino en los tramos cortafuegos; interminable, pero a mitad de la subida veo a Luis a lo lejos, lo que me anima para intentar cogerlo. Poco a poco voy recortando y llegamos al último kilómetro, una zona espectacular de hierba ancha como una autopista en donde cada uno hace la guerra por su cuenta. ¿Para correr? Madre mía, qué dolor de riñones... Ahí lo cojo y va muy justo, sin agua; le ofrezco rueda y líquido, pero me dice que siga y le deseo suerte mientras corono y me lanzo por la
pradera abajo. Por delante, 4 kilómetros de llano-bajada muy rápidos, con alguna zona más complicada pero nada que ver con lo anterior. Aquí me dejo llevar por 2 o 3 corredores que llevo delante y el ritmo no es malo. Ya en el kilómetro 25, por si aún no íbamos muy machacados, llega la zona divertida de sube-baja sin demasiada dificultad, pero que te anima a quedarte en el avituallamiento pidiendo algo. Gracias a mi motor diesel voy adelantando gente y paro a rellenar el bidón de agua por si acaso. Y menos mal, porque el sol empezaba a apretar y de repente me encuentro con el muro, la subida más dura de la mañana a falta de 6 km para meta. Una recta interminable por pista ancha que te obliga a ir mirando los caracoles que hay en el suelo si quieres avanzar... y en eso soy especialista, así que doblo "el lombo" y voy pasando gente sin parar hasta coronar la penúltima subida.
Ahora sí, me lanzo a afrontar los últimos kilómetros buscando ese cartelito que indicaba los km que llevábamos como si no hubiera mañana... ¡que no da llegado el 30! Buff, entro en reserva y confío en acabar fuerte, pero no las tengo todas conmigo. Sigo ganando posiciones, cruzando ríos, algo de barro, sube, baja, río... divertido pero buscando el 31 debajo de las piedras. Sé que aún queda una subida, pero por suerte se traduce en una pista que pica para arriba con apenas 200 metros de caminar; y ahora sí, tras otro kilómetro de "humor amarillo" con muchos giros y paso de ríos, adelanto a Maite Maiora, veo mucha gente animando (sinónimo de que la meta está cerca) y me lanzo por el asfalto entrando en Otañes; ya está hecho, último esfuerzo y cruzo la meta en 3h 34' 53", un tiempo mucho mejor de lo esperado y acabando muy contento. Saludo a parte de la expedición gallega que nos está animando y veo a Montilla (por primera vez desde el km 2) que hizo un carrerón entrando casi 3' por delante. Nos hacemos unas fotos y en la zona de avituallamiento final están Antón y Fran Salgueiro, que voló por las montañas de Otañes, vaya crack. Mientras recuperamos fuerzas y esperamos a que lleguen Luis y "las guerreras", vamos a echarle un ojo a la clasificación... ¡puesto 107! Me muero, ¿en serio? Madre mía, vaya nivel, ¿pero qué comerá
esta gente? Aún sin poder creerme que me hayan sacudido en las 2 mejillas, llega Luis (remontada espectacular después de recuperar fuerzas) y nos juntamos con el juvenil Pablo y el veterano Fito (carreras top de los 2) para coger las licencias y probar el menú final a base de empanada, fiambre, chorizo y un montón de pastelitos... vamos, la dieta mediterránea... ¡y sin cerveza! Lo que tienen que aprender de los trails gallegos...
Sin tiempo que perder, que se levanta el viento, cogemos las mochilas y nos vamos a las "duchas", momento de cámara oculta del día. Os pongo en situación: campeonato de España, gente de todos lados que se ducha y tiene que pillar el coche, tren, avión... pues llegamos a un parking de coches y vemos una tubería con 4 grifos a la altura de la cintura y todo el sector masculino como
Dios los trajo al mundo y el equipaje tirado por el suelo... claro, cada chica que llegaba no sabía si taparse los ojos o echarse las manos a la cabeza... ¡vaya panorama! Imaginaros la cara que se nos quedó a "los 4 fantásticos"... surrealista; mientras buscaba la cámara oculta, apoyamos las mochilas en una caseta esperando nuestro turno para utilizar los grifos de agua congelada en mitad de la calle (por donde también pasaba la carrera) y vemos salir a uno de dentro de la caseta, que dice que aún quedaba agua. Ni nos lo pensamos. Nos ponemos en modo Adán y Eva a velocidad de la luz, jugándonos los calambres, y aunque el agua estaba a temperatura de "recuperar las piernas" al menos no nos jugamos la multa por escándalo público. Divertida anécdota. Volvemos a la zona de meta y ya habían llegado María y Vero... ¡tiempazos! Poco después lo harían Serafina y Cris, que se llevaría la gran ovación de toda la expedición gallega... ¡cumplimos! Muy contentos y aprovechando el ambiente, nos fuimos a tomar algo a uno de los bares mientras esperábamos al resto y, sin tiempo que perder, iniciamos el regreso a casa, despidiéndonos de la mitad del equipo. Y ahí estábamos de nuevo, los chicos del furgón, camino a casa con la sonrisa de oreja a oreja buscando un sitio donde comer. Contando un montón de anécdotas sobre
la carrera, tuvimos que repostar en una gasolinera y Montilla quería soltar las piernas, así que bajamos a comprobar que aún podía caminar en modo Robocop... ¡y la gente corriendo! ¡Vaya panda! Volvemos al furgón, cerramos la puerta y... ¡no cierra! Increíble, 4 de la tarde y la puerta no cierra, lo que faltaba. "Los mecánicos" buscan la solución y no hay manera, así que después de 30 minutos voy buscando el número de la grúa aún sin poder creérnoslo, hasta que Luis va a pedir un 3 en 1, otro poco de destornillador y ¡funciona! Casi nos hizo más feliz que la entrada en meta, así que arrancamos de nuevo parando a comer las sobras que quedaban en un restaurante a las 5 de la tarde. Nos dio igual, porque entre el cansancio, la ilusión del fin de
semana y el arreglo del portón podíamos comer lo que nos echaran. Y aunque aún quedaba un largo trayecto, la confianza hizo que empezáramos a hablar de fútbol, política, carreras (como no) y creáramos "el vínculo del furgón" en unas pocas horas, pensando en volver a juntarnos en otra ocasión. Y sobre las 20:30 h. llegamos a Betanzos, donde se acababa mi aventura y me despedía de mis compañeros de viaje, con los que he compartido una experiencia que no olvidaré en mi vida. Sólo fueron 2 días, pero muy intensos. Sin querer que perdieran mucho tiempo, los lío para una última foto y me despido para que sigan su camino, prometiéndoles escribir esta crónica para recordar el fin de semana y el debut de la mayoría de nosotros con la Selección Gallega. Está claro que la primera vez siempre es especial, pero intentaremos que se repita, recordando que en Otañes pusimos nuestro primer granito de arena. Gracias a Antón por hacernos de guía y a todos mis compañeros por hacer de esta experiencia un recuerdo imborrable... ¡hasta la próxima aventura!
