miércoles, 14 de septiembre de 2016

126ª COMPETICIÓN: RIAÑO TRAIL RUN: UNA AVENTURA INOLVIDABLE

RIAÑO TRAIL RUN (Edición 0)
Fecha: 9-11 SEPTIEMBRE 2016 (Viernes a Domingo)
Lugar: Riaño (León)
Formato: Carrera de montaña por etapas (3)
Distancia: 136 km (43 + 45 + 48 km)
Desnivel: 17000 m. (10000 + / 7000 -)
Dificultad: muy alta
Inscripción: gratuita
Tiempo: 17 horas (acumulado 3 etapas)
Avituallamientos: isotónico, frutos secos, agua..
Puntuación: 10/10
Repetiría: SI
PÁGINA WEB (INFO)

Espigüete, Leo Harlem, Gilbo, mousse de limón, Caín, campamento, Riaño, aventura, compañerismo, sufrimiento, paisajes, agujetas... FELICIDAD. Ya, que no entendéis la mitad de las palabras y no sabéis que significan la otra mitad. Realmente, hasta hace una semana yo tampoco, pero os voy a contar la historia de una de las mejores experiencias de mi vida y, si os gusta la montaña, otro año podrá ser la vuestra.

LA PREVIA
Después de una temporada eterna con un montón de pruebas de distinto tipo y con el punto y final en la durísima ultra de Somiedo, me encontré por el facebook con un cebo en forma de prueba difícil de resistirse, y aunque mis piernas pedían descanso empecé a salivar como los perros de Pavlov. La oferta era la siguiente: se buscan aventureros-locos-osados para compartir 4 días de convivencia con algunos de los mejores corredores del mundo por los Picos de Europa y su entorno en una carrera de 3 etapas con unos recorridos espectaculares y limitada a 35 corredores. Ojo, la guinda: todo pagado. No, no estoy de broma. Eso sí, pensé que no me tocaba ni de broma. Así que en vez de mandar un pergamino de "ironman" sacado del facebook, resumí en un par de frases mis ganas e ilusión por ser uno de los elegidos.
Y me tocó. Cuando vi mi nombre en el facebook parecía que me había tocado la lotería, hasta que 10 segundos más tarde me dí cuenta que llevaba 3 semanas sin hacer nada. ¿138 km con 17000 de desnivel? ¿Estamos locos o qué? No quedó otra que, como un niño con zapas nuevas, ponerme a recorrer los montes coruñeses de norte a sur y de este a oeste, sin dejarme ningún camino, senda o pista forestal. Y después de la paliza física, tocaba la mental, porque ni siquiera el Inspector Gadget tenía una lista como la mía de cosas que llevar a la expedición... ¡¡si me llevé hasta el spray antimosquitos y la manta invernal del sillón!! Con el maletero cargado hasta arriba y un montón de ganas de empezar, salí el jueves por la tarde rumbo a Riaño, zona 0 de la prueba, sin saber que lo que me iba a encontrar iba a ser infinitamente mejor que lo que me esperaba. Allá vamos.

FORMATO DE LA PRUEBA
3 etapas, de viernes a domingo, con salidas en distintos puntos y un campamento base, en el camping de Riaño. Desde allí, desplazamiento en buses a la salida y al terminar de nuevo a Riaño. Comidas, cenas y pernocta en tiendas de campaña con vistas espectaculares. Más voluntarios y organizadores que corredores. Simplemente espectacular. Además, el sábado de noche disfrutamos de un monólogo de Leo Harlem y un concierto de Juan Perro con la Orquesta Sinfónica. Y la recepción de corredores se abría el jueves por la mañana (día 8) hasta el lunes al mediodía (día 12). Repito, by the face (en mi caso, by the facebook).
JUEVES, 8/9/16 (Llegada al campamento)
Después de 4 horas de viaje llego anocheciendo al campamento base en torno a las 20:15 h., pensando que me perdía el briefing (previsto para las 20:00 h); pero Depa, "presentador" y cara visible de la organización, un tío de esos que, junto a Nadal, Noya, Gasol y compañía debería ser eterno porque haga lo que haga, lo hace bien (genio y figura), me da el dorsal y 15 minutos de margen para situarme y volver al restaurante para la cena. Perfecto, aparco el coche al lado de las tiendas, busco la mía, descargo medio maletero (colchón, saco, manta, bolsas, zapas... ni el decathlon) y sin tiempo para más al restaurante de nuevo, pegado a las tiendas, todo muy cerca. En el piso de arriba tenían preparadas unas mesas y nos fuimos sentando donde había hueco.
En mi camiseta, hecha para la ocasión con la bandera de mi tierra y los escudos de mis equipos (Club Atletismo Sada y Triatlón Coruña), ponía detrás mi nombre, Jose, aunque debería haber puesto Wally, porque allí estaba yo como un elefante en una cacharrería. Os pongo en situación: mi 2º año haciendo trail, popular, sólo me suenan Kilian y Hernando... Antes del 1º plato, saludo al de la derecha, "un tal" David López Castán, corredor internacional de La Sportiva, ganador de un montón de ultras; al lado, "otro desconocido", Miguel Caballero (a la postre "alma mater" del grupo, un corredor inmenso con alma de monologuista que destila buen rollo y claro ejemplo de los valores que debe tener un crack del deporte), otra bestia de la montaña y yo no sabía ni quiénes eran. Pero es que en pocos metros
cuadrados estaban las páginas finales del álbum, esas donde pone "cracks edición limitada": los hermanos Heras, Iker Karrera, Nerea Martínez, Javi Domínguez, Yeray Durán, Gerard Morales... y yo allí, plantado con mi camiseta de Wally intentando adaptarme al entorno. Pero en menos de 5 minutos ya estábamos todos hablando como si nos conociéramos de toda la vida, disfrutando de la pasta, el pollo y, por supuesto, una mousse de limón que se convirtió en el plato estrella de todo el fin de semana. Después de la cena tocó el briefing con una pequeña presentación de cada uno en donde ya se pudo adivinar uno de los puntos esenciales de la aventura: el buen rollo. Unas cuántas risas que desaparecieron en cuanto Depa, Miguel y Felipe nos empezaron a hablar de kilometros, desniveles y horarios.
Madrugón para empezar. Dejo más o menos todo preparado para el día siguiente y a dormir. 6 horas después escucho al gallo y las cremalleras de mis compañeros, me ahorro la alarma y en plena oscuridad me transformo en ultrero y repaso por 5ª vez la mochila con el móvil, comida, sales... El bus sale a las 7:45 h. y llegamos a Velilla del Río Carrión en torno a las 8:30 h., con un despliegue importante para los poquitos corredores participantes. Pasamos el chip, nos colocamos bajo la salida, suelto nervios con un par de fotos, busco un notario para hacer el testamento y tras una pequeña cuenta atrás y muchos aplausos, a las 9:00 h en punto... ¡comienza la carrera!

ETAPA 1 (43 km, 5400 m. desnivel): 8h 20'
Esta primera etapa constaba de 43 km desde Velilla del Río Carrión hasta Boca de Huérgano, con el plato fuerte de la subida al Pico Espigüete, 3 avituallamientos y 9h 30' más que suficientes (a priori) para terminar sin problemas. La idea de la organización, tras la reunión de ayer y como edición 0 "experimental", fue la de salir en grupo hasta el km 23 (refugio de Mazobre) y luego dar desde allí la "salida oficial" cronometrada hasta meta. Perfecto. Iba a compartir 23 km con la élite, como para decir que no.
Salimos del pueblo y entramos en un sendero llano sin mucha dificultad, que poco a poco se iba inclinando hacia arriba, pero los continuos reagrupamientos me llevaron a mirar el reloj sobre el km 4 y pensar que aquello iba a estar chupado (iluso, zasca en toda la boca). Los 2 grupos presentes en carrera (élite y populares) se rompieron en los kilómetros finales de subida al Peñón de Arbillos, una pista eterna con Lorenzo en todo lo alto que nos regaló las primeras vistas espectaculares. Pensando en lo que quedaba y en que nos íbamos a juntar más adelante, decido quedarme con Irene, una de mis compañeras de cena que va por atrás, pero veo que la cuerda se estira demasiado y dejándola en buena compañía aprieto un poco el ritmo, lo justo para unirme a Juanra (otro compañero de mesa) y Raúl (mi "vecino" de tienda).
A la postre, se convertirían en mis "hermanos" de aventura y con los que compartí más tiempo y confidencias, 2 grandes deportistas y mejores personas. Al coronar Arbillos vemos a todos parados esperando y unos minutos después reanudamos, esta vez en una bajada sin demasiada dificultad pero con mayor ritmo. La utopía de grupo unido con niveles tan dispares ya no existe y, al menos, conseguimos llegar al primer avituallamiento (km 15) cerca de los cracks, iniciando la subida al Pico Espigüete cerca de 30 corredores. ¿En serio vamos a subir por ahí? Después de llanear un rato por pista giramos a la izquierda y para arriba. Una subida bestial digna de Spiderman, con piedra suelta y tramos de agarrarse hasta con los dientes. Una vez arriba, el cresteo (que para mí duró siglos) no fue menos espectacular. Pobre el que tuviera vértigo. Y que voy a decir de la bajada, inventé el cangrejo invertido para no abrirme la crisma, mientras Juanra y Raúl se partían. Buff, lo que me quedaba por delante.
Viendo mi ritmo-tortuga, Juanra y Raúl deciden seguir su ritmo y yo simplemente sobrevivir. El último kilómetro en descenso hasta el refugio de Mazobre me pareció la 2ª parte de la historia interminable, con piedras sueltas y tojos por todas partes. Por fin!! Llego al refugio y allí nos esperan los primeros. 5 minutos justos para recuperar y dan la "salida cronometrada" a los 23 corredores que estábamos preparados. Mientras veo el polvo que levantan como si no hubieran hecho los km anteriores, analizo la situación (quedan 20 km y llevamos más de 4 horas) y salgo a velocidad de caracol, acompañado de Raúl que decide la misma opción. Última subida de la etapa, 5 km hasta los "Altos de Martín Vaquero", con alguna cascada donde aprovechamos para sacar fotos y tomárnoslo con relativa calma. Pero esa calma de subida por pistas corribles se convirtió en tempestad al ver la "bajada sorpresa" que nos esperaba.
Me despido de Raúl nada más empezar y busco otro compañero: David, otro corredor (patrocinado por la marca WAA) que bajaba por esos "acantilados" igual que yo, sentado. Qué barbaridad, me clavo tojos en "modo puercoespín" por todo el cuerpo pero solamente pienso en no abrirme la crisma. Sin duda la zona más técnica de toda la prueba. 500 metros después pasamos de rappelar a bajada difícil y David se me escapa, aún sigo recuperándome del susto. Último tramo corrible por pista y llego al último avituallamiento (km 34), justo cuando sale David a hacer los 8 km finales. Respiro mientras mi reloj marca más de 7 horas y mis piernas piden papas. "Va, Jose, 8 km de pista, un paseo". Automotivación ON. Salgo a todo lo que dan mis piernas y cojo a David a falta de 5, con el sol tostando de lo lindo. Pasamos un pueblo, otro, otro más y cuando el gps nos dice que ya llegamos... ¡nos dicen que faltan 4! ¿Pero lo de Leo Harlem no es mañana?
Toda la fuerza que le quedaban a mis piernas se disipa instantáneamente con el bajón mental de 4 km más. Por suerte, en buena compañía y con una fuente milagrosa en la que casi me hago unos largos, consigo atravesar el arco de meta junto a David en 8h 20', casi nada al aparato. Palizón para empezar. Fundido, consigo llegar al estilo Robocop al bus mientras pienso en todo el viaje de vuelta en no salir al día siguiente.
Ducha, cena reconstituyente (qué forma de comer) y briefing con opiniones de la etapa realizada. Hubo comentarios de todo tipo (dentro del ambiente happy), pero los organizadores viendo los tiempos (sólo acabamos 25) y lo que quedaba decidieron modificar las siguientes y para la 2ª etapa dieron 3 opciones: hacer los primeros 14 km (los más duros), los 31 siguientes (no tan técnicos) o toda. Buen regalo que me iluminó la cara y albergó un rayo de esperanza en mi cabeza para ser de la partida al día siguiente. A dormir!!
Entre ronquidos, visitas a Roca y cremalleras (por no hablar del gallo), me alimento de 5 horas de energía, suficientes para decidirme por la opción de los 31 km y no jugármela en la bajada inicial que avisaban aún más dura que la del viernes. Eso sí, el madrugón me lo como igual y a las 7:15 h. salimos hacia Caín (1h 20' de viaje) aún sin poder abrir los ojos del todo. Por suerte, el crack de Miguel Caballero nos ameniza el recorrido y me ayuda a despertar con una sonrisa.

ETAPA 2 (45 km, 7500 m. desnivel): 5h 20' (últimos 31 km)
Ya en Caín, les deseo suerte a Raúl y Juanra (que deciden hacerla entera) y confío en que lleguen a la meta en la Ermita del Pontón. Un grupo de 8 vemos salir a los valientes a las 9:00 h. en dirección al pico de Picón, 5 km en los que se salvan 1500 metros de desnivel positivo, mucha tela. Sin olvidar la posterior bajada, hacia el mirador del Tombo de más de 4 km y aún más complicada (en un principio, aunque al final no fue así) que las del día anterior. Según los organizadores, los primeros cubrirían los 14 km iniciales en 3h 30' y los populares entre 5 y 6 h... sin comentarios, no? Los 8 "vip" que decidimos saltarnos esos 14 km completamos el trazado (en bus) en apenas 20 minutos, por lo que tomamos la salida a las 10:10 h. desde el mirador del Tombo (km 14) (sólo los 6 populares, Yeray Durán y Gemma Arenas lo harían a las 10:30 h. desde ese mismo lugar) muy contentos pero sin tiempo a respirar, con las manos a los cuádriceps. Tocaba, como no, subir.
Prácticamente 11-12 km en ascenso (también de temperaturas) era lo que nos quedaba hasta coronar, así que nos lo tomamos con calma (a excepción de 2 que se van por delante: David, el chico de WAA y Adolfo, un "paisano" de Orense con el que sólo hago la 1ª subida) formando un cuarteto con Irene, Roberto y Raquel. Zonas de pista, tojos, bajadas corribles, más tojos, fuentes perfectamente ubicadas, vistas de los Picos, las vacas... qué diferencia el modo "ca-cos" en compañía, mejor grupeta imposible. Después de un tramo final de ascenso por un bosque increíble donde nos adelantan Yeray y Gemma corriendo en subida (creía que era imposible en aquella pendiente) y casi sin sudar, comenzamos a bajar hacia el Refugio de Vegabaño sin punto de comparación con el día anterior, prácticamente corremos todo el tiempo y llegamos al km 28 muy contentos en 2h 20'. Nos quedamos un rato de palique mientras mis compañeros se ponen las botas en el avituallamiento... ¿pero se puede seguir corriendo con todo eso en el estómago? Tiro por ellos para reanudar porque si nos quedamos 5 minutos más ya nos traen el menú del día. "The show must go on". Que siga la fiesta. Las sensaciones son tan buenas que los siguientes 8 km, la mayoría en
bajada, primero por una zona boscosa con raíces y algo de piedra (aunque corrible) y luego por pista ancha (de darle candela), los completamos en un santiamén, llegando antes de lo previsto al último avituallamiento en Oseja de Sajambre (km 37). Allí nos avisan que los primeros han completado los 14 km iniciales en 2h 20' y nos pisan los talones. "Debe ser una broma, ni las cabras van tan rápido". Aún sin salir de mi asombro y justo saliendo a por los últimos 8 km de etapa, vemos llegar a Miguel Caballero; de verdad que me parece imposible que se pueda correr tan rápido, pena no tener una pantallita para poder ver su carrera en directo. Vamos a por el final. Comparando con las sensaciones del día anterior, el inicio de los últimos km a nivel mental es similar, creyendo que ya estaba el trabajo hecho. Además, una de las voluntarias nos dice que es muy llevadero con sólo 600 positivos.
Nada más salir de Oseja, cuestón de asfalto y a partir de ahí... todo para arriba. Por suerte se acabó el terreno técnico y lo que queda es por pista, senda forestal y algo de asfalto, pero la carretera sigue inclinada para martirizar nuestros gemelos e isquios. Parece que el gel con cafeína, lo único que tomo en toda la etapa, me sentó bien y veo a Raquel e Irene empezando a pedir papas. Intento animar pero el calor aprieta y las cuestas se suceden una tras otra. Para colmo, vemos cómo nos pasan Miguel Caballero y Miguel Heras corriendo en una zona de manos a los cuadriceps... ¿pero estos no andan? TOPS. Llegamos a un pequeño tramo por asfalto donde nos animan varios ciclistas, nos reagrupamos y por mi gps parece que ya estamos cerca. Pero de nuevo entramos a una pista forestal y la última subida es eterna, al igual que los últimos 4 km de la etapa anterior. Como la unión hace la fuerza, Roberto y yo vamos marcando el ritmo y las chicas aguantan... son de otra pasta, qué fuerza.
Por fin "coronamos" y unos voluntarios nos indican que la meta está después de una pequeña bajada a la derecha. A disfrutar. Iniciamos el descenso esquivando (por poco) unos "detalles" que nos dejaron unas vacas, pasamos con dificultad una zona de tojos altos al estilo del laberinto del minotauro y sí, por fin, vemos la meta a unos 200 metros... ¡está hecho! Llegamos al llano con una sonrisa de oreja a oreja, cruzamos un río por un "puente-barra de equilibrio" estilo humor amarillo, porque si te despistabas un poco o ibas justo de fuerzas el chapuzón estaba asegurado y cuando me freno a esperarlos veo a una desbrozadora humana, "alias Iker Karrera", bajando a toda velocidad para llevarse el 3º puesto de la etapa. Buff, con lo que nos ha costado este último tramo como para quitarnos nuestro segundo de gloria al entrar.
Pero como demostraron todo el fin de semana, los cracks son aún mejores personas que deportistas e Iker baja un poco el ritmo para permitir nuestra "entrada triunfal" agarrados de las manos con el aplauso de todo el mundo, parando el crono en 5h 20' en estos 31 km finales de etapa. Y esta vez sí, con una sonrisa inmensa. Nos abrazamos, recuperamos un poco, charlamos con los compis y en breve al bus, de vuelta a Riaño. Después de la ducha nos sobra algo de tiempo, así que aprovechamos para comer y bajar al pueblo con la intención de meter las piernas en el embalse, mientras vemos el triatlón que se está celebrando y que corrí hace 3 años... ¡como cambió el cuento! Antes de bajar, vemos llegar a Juanra y Raúl, que consiguen completar la etapa, demostrando una fuerza física y mental de cracks.
El agua del embalse no está muy fría, pero a las piernas les sienta de maravilla. 15 minutos y vuelta, hoy el briefing se adelanta porque a partir de las 20:30 h. estamos invitados a las fiestas en el pueblo, así que a las 19:00 h. todo el mundo ya está en el camping comentando las buenas sensaciones en la etapa, tanto los que hicieron los primeros 14 km como los últimos. La organización ha hecho pleno y de regalo nos avisan que la última etapa se reduce a la mitad, quedándose en torno a 24 km, por lo que sólo faltan los fuegos artificiales para celebrarlo. Como no los tenemos, nos conformamos con ponernos las botas de nuevo y, por supuesto, tomar otra mousse de limón. Anocheciendo, toda la expedición, convertida ya en una pequeña familia, bajamos andando (en mi caso, con lo que llevaba comido, casi rodando) hasta Riaño (apenas 600 metros) y disfrutamos del monólogo de Leo Harlem y un concierto de Juan Perro con la banda sinfónica. Bueno, de mitad del concierto, porque quedaba otra etapa y algunos optamos por aprovechar las horas para descansar un poco más. De vuelta hacia el camping aprovecho para conocer a una pareja de portugueses con los que coincidí en carrera pero que no tenía el gusto de conocer, muy buena gente y, por supuesto, grandes corredores. Ya en el camping, no me creo que tenga más de 8 horas por delante para dormir, casi me emociono.
El único "pero" es que me tengo que levantar un par de veces al baño y escuchar "el ambiente" en Riaño, pero el cansancio acumulado hace que me duerma en un santiamén nada más apoyar la cabeza en la almohada.
7:45 h. Suena el despertador. Esto es otra cosa, ya es de día y voy a desayunar con tranquilidad, mientras dejo mi teléfono y el reloj a cargar en la "zona de carga habilitada", una mesa con varias regletas donde toda la expedición alimenta sus aparatos electrónicos... ¡no llegaban los enchufes! Las caras no tienen nada que ver con las del día anterior, el optimismo se ha apoderado de todo el mundo y estamos deseando completar la 3ª etapa. Última transformación en ultrero y a las 9:00 h. salimos en dirección a Salamón, un corto trayecto de 30 minutos amenizado por Miguel Caballero que nos sirve para acabar de despertar. En mi caso, para acabar de adaptar la lentilla diaria que tengo que poner después
de perder la lentilla mensual después de la cena de la noche anterior, debió escapar cuando le dije que aún quedaba otra etapa...
9:30 h. Llegamos a Salamón con 30 minutos de adelanto y la mayoría aprovechamos una zona de solete para broncearnos un poco más. Como no me voy a poner a calentar, me pongo a sacar fotos y consigo liar a buena parte de la expedición para una foto grupal, además de seguir aumentando mi "book personal" de la prueba. Ahora sí, 10:00 h., alea jacta est, última cuenta atrás y... "nobody said it was easy".
ETAPA 3 (24 km, 2500 m. desnivel): 3h 10'
Hasta otra Yordas, collado de Lois y primeros 25 km de las previsiones iniciales. La organización, sublime durante todo el evento, decide premiarnos con un lógico y apasionante último día, permitiéndonos tanto dormir bastantes horas como llegar a meta a una hora "decente" y con la sensación de haber terminado un reto apasionante sin morir en el intento. Si hubiéramos tenido que hacer los 48 km marcados en principio, yo aún estaría corriendo.
Aún así, tampoco iba a ser un paseo. Los 24 km de etapa tenían 3 subidas (con el plato fuerte del Gilbo) con sus respectivas bajadas.
Y nada más salir de Salamón, a los 200 metros, y sin tiempo para calentar, primera subida, más de 1 km de ascensión donde se parte el grupo en mil pedazos y los favoritos se escapan levantando el polvo a su paso. Al menos la pista es ancha y podemos pararnos sin miedo a despeñarnos. Después de la buena grupeta que hicimos en la etapa anterior tengo muchas ganas de repetir, pero el tiempo de corte para llegar
al único avituallamiento del día (km 14.5) son 2 horas y no queda más remedio que exprimirse para pasarlo. Aún así, me tomo la subida con relativa calma iniciando el posterior descenso por pista rápida con Raquel, la chica canaria con la que hice la etapa anterior. Pero poco después cruzamos una carretera y los siguientes km son por pista ancha, "mi terreno", así que decido aumentar el ritmo y voy pasando a algunos compañeros como Raúl, Juanra, los chicos portugueses... y me quedo con Aurelio, uno de los más veteranos, también gallego y que correr raids de aventura. Se nota, qué forma de correr. Hacemos juntos una subida dura por asfalto al trote (donde también pasamos a Pablo, representante de Hoka por el sur de España, otro chico que está haciendo un carrerón) y seguimos llaneando a buen ritmo los únicos 2 km de la etapa por asfalto.
Se acabó la tranquilidad. Giro a la derecha y a por la segunda subida, otra pista ancha pero mucho más inclinada que la primera y, por desgracia, también mucho más larga. Aquí Aurelio se me escapa nada más comenzar, y es que la sube corriendo como si fuera llano, me quedo flipando y resoplando. Un poco más adelante consigo hacer una mini-grupeta con la chica portuguesa y otro chico que solamente pudo venir a correr hoy, pero llevan los cascos puestos y tengo que conformarme con tararear la canción de "Sobreviviré" de Mónica Naranjo porque ya llevamos más de 3 km subiendo y no se ve el final. Ahora sí, km 10 y en un pequeño llaneo los dejo un poco atrás y cazo a David, el chico del equipo WAA con el que llegué a meta el 1º día. Iniciamos el descenso juntos y, como el primer día, montamos el show.
Y es que los primeros 500 metros de bajada son muy rotos y verticales, por pista muy estrecha. Bajamos con mucho cuidado, vamos bien de tiempo, y nos pasan mis 2 compañeros de subida y Juanra, que baja como una moto. Después de esta zona bastante técnica, cogemos una pista con ligero descenso y David se queda un poco atrás. Consigo unirme a los chicos portugueses y llegamos a Horcadas en 1h 40', con una pequeña subida por el pueblo hasta el avituallamiento al estilo "Alto Sil", campanas incluidas al paso de los corredores. Piel de gallina, sencillamente increíble. Quedan sólo 10 km, pero desde allí se inicia el último obstáculo del reto, la subida al pico Gilbo, al que ya le tengo ganas después de verlo desde el camping durante todo el fin de semana y tanto que he escuchado hablar de él. Allá vamos. Además, voy a disfrutar de la compañía de Juanra durante todo el ascenso, mejor imposible. Iniciamos la ascensión por una pista que se transforma rápido en campo a través y al levantar la cabeza allí está, esperándonos y haciéndonos infinitamente
pequeños ante su silueta. Nos pasamos gran parte de la subida hablando con la gente que nos vamos encontrando y sacando fotos. Casi en lo alto, vemos a Raúl que viene un poco más atrás, seguramente me coja bajando. Después de 30 minutos de subida sin demasiadas dificultades, sacamos entrada para el espectáculo, un cresteo de unos 500 metros de esos que te quitan el hipo, comparable al de los Bígaros en Somiedo. Obviamente, Juanra y yo nos hacemos un book bastante extenso y, casi con pena, iniciamos el último y peligroso descenso del Gilbo. Muy vertical, con zonas de piedra suelta, zigzagueo... Le digo a Juanra que no sea tonto y que se adelante pero, por si aún me quedaba alguna duda de lo grande que es, decide bajar conmigo y hacer que disfrutase de una bajada tan técnica. A mitad de la bajada, nos caza Raúl que va como un misil y casi nos quita las pegatinas, ahora nos tocaría intentar cazarle a nosotros. Por fin, después de un par de km complicados,
llegamos a una pista que nos conduce a los km finales, llanos y que nos acercan a la meta, que se veía durante buena parte del descenso. Queda poco y Juanra va extra motivado, tanto que el ritmo que marca me va sacando de punto. Le digo que afloje un poco o no llego, ya no me queda lactato y voy en la reserva. Vemos a Raúl a lo lejos y es inalcanzable. Se acaba la pista, último repecho, giro a la izquierda y llegamos al puente de entrada a Riaño. Inyección de adrenalina no, lo siguiente. Último regalo para la vista. El tramo del puente (que, por cierto, se me hizo eterno), con el embalse a los lados y el pueblo al fondo es para guardar en la retina. Fin del puente, entramos a Riaño, otra subidita y ahora sí, Juanra y yo llegamos a meta juntos en un tiempo de 3h 10', completando la "Riaño Trail Run" entre los aplausos de todo el mundo. Recuperamos un poco y nos llevan al camping para darnos una ducha rápida y, en mi caso, recoger todo porque al día siguiente toca trabajar.
No voy a negar que, a pesar de tener ganas de ver "a mi gente", mientras recogía el colchón y demás me recorrió el cuerpo un sentimiento de pena, que posteriormente se extendió durante todo el viaje de vuelta. Bajo con Raúl a Riaño, hacemos alguna compra de recuerdos para la familia y nos vamos con el resto de la expedición a la entrega de premios, donde nos fueron llamando uno a uno para recoger la medalla con la ovación de un montón de gente y fotógrafos. Otro de los momentazos del evento. Como colofón, nos fuimos a comer a un restaurante con un chuletón imposible de terminar y poco después tocó la despedida, con muy buen ambiente y el reparto de teléfonos correspondiente. Increíble que las 4 horas del viaje de vuelta se me hicieran hasta cortas recordando todos los momentos vividos durante los 4 días e intentando que no se me olvidara ninguno para poder plasmarlos en esta crónica y recordarlos para siempre.

 - ORGANIZACIÓN INSUPERABLE
- VOLUNTARIOS DE 10
- FORMATO ÚNICO
- SEÑALIZACIÓN PERFECTA
- RECORRIDO ESPECTACULAR
- EXPERIENCIA INOLVIDABLE
- MOUSSE DE LIMÓN
- QUE SE HAYA TERMINADO... ¿cuando repetimos?











En resumen, y sin querer repetirme mucho, me gustaría felicitar a los organizadores y agradecerles la oportunidad de vivir una experiencia inigualable e irrepetible. Y por supuesto, a todos los compañeros y voluntarios que hicieron posible que disfrutara cada segundo de lo vivido en esta Riaño Trail Run. Me llevo muchos momentos únicos y personas únicas de esta prueba (Juanra, Raúl, David, Irene, Miguel, Pablo, Aurelio, Raquel, Roberto...), seguramente imposible de repetir por los pocos elegidos que convivimos como una gran familia en ese pequeño reducto de galos que, como conejillos de indias, dimos sentido a un proyecto ambicioso y espectacular que seguramente será referencia nacional e internacional en los próximos años. Pero, al igual que todos los programas que triunfan, la 1ª edición siempre es la mejor y esta edición 0 quedará, sin duda, para el recuerdo de todos los afortunados que participamos en ella. Un honor conocer y correr al lado de tantos "cracks humanos", aprender de ellos y tener una excusa perfecta para recorrer la geografía española y visitar a todos los miembros de esta familia que formamos durante 4 días únicos en Riaño.
Por último, me gustaría avisar a los organizadores que si vuelven a liar una como esta en cualquier parte de España, Europa o el espacio exterior... ¡que me avisen! Aquí tenéis a un popular con alma de reportero aventurero dispuesto a repetir y contar una experiencia que, al menos, sea la mitad de enriquecedora que esta. O si dentro de 1, 3 o 10 años hacéis una "edición vintage" con los que participamos este año también me vale.
Y si las piernas y la cabeza me lo permiten, intentaré estar el año que viene de nuevo en la línea de salida de esta Riaño Trail Run, al igual que la mayoría de los que habéis llegado hasta esta línea leyendo, porque yo os animo a disfrutar de una aventura y un reto incomparable y, si no lo hacéis, perderéis una oportunidad increíble de ser un poquito más felices... ¡hasta la próxima aventura!




5 comentarios:

  1. Enorme José. Enhorabuena por esta gran experiencia.

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  2. Enhorabuena, Jose.vaya memorion que tienes.

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  3. Crónica muy chula y emocionante, Jose, transmites sensaciones que nos haces vivir tus momentos en la prueba.
    Adelante cronista de la montaña!! bikoss de Estela

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  4. Muchas gracias a todos por apoyarme y animarme a seguir viviendo experiencias como esta, confío en escribir muchas más y que cada vez sean mejores. Saludos!!

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