martes, 31 de mayo de 2016

117ª COMPETICIÓN: ULTRA TRAIL ALDEAS DO COUREL: JAQUE MATE A LA REINA

Sábado, 28 de Mayo de 2016, 7:00 h.
ULTRA TRAIL ALDEAS DO COUREL
Lugar: Seoane do Courel (Lugo)
Distancia: 88 km (tb 40 y 16 km)
Dificultad: muy alta
Desnivel: 12000 metros (aproximadamente)
Inscripción: 40 euros
Tiempo: 12h 17' 51"
Tiempo del 1º: 11h 06' 03" (- 1h 11' 48")
Puesto: 8º de 80
Avituallamientos: muy completos, con comida-cena final en meta
Trayecto desde Betanzos: 1h 55' - 162 km
Puntuación: 9/10
Repetiría: SI
CLASIFICACIÓN
Nutrición en carrera: barritas, geles, sales (2 pastillas), galletas de chocolate, plátanos, frutos secos, agua, isotónico y coca-cola
Ropa utilizada: térmica manga larga, mallas piratas, medias compresivas y calcetines hoko, cortavientos inov-8 150, mochila salomon s-lab ultra sense set, cinta compressport
Zapatillas utilizadas: La Sportiva Ultra Raptor (rompieron las 2 por el upper)
Emoción, alegría, satisfacción... felicidad. Así estaba al cruzar la meta de la reina de las carreras de montaña en Galicia, junto a mi compañero de batallas "Quito", uno de los grandes del trail gallego. Acababa de jugar la partida de ajedrez más larga desde que empecé en esto hace algo más de 1 año y, a pesar de algunos peones perdidos en Penaboa, conseguí ganar la partida y conocer de primera mano la magia del Courel, aunque a decir verdad, por mucho que os lo cuente, vale la pena vivirlo en primera persona. Aquí va mi historia.

Viernes, 27 de Mayo (últimos preparativos)
Todo listo. Mochila con material, la de supervivencia, la que llevo en la ultra, otras 2 bolsas con zapatillas... ¿voy a una carrera o de vacaciones a Canarias? Y es que mi corazón, desde hacía 6 días en donde cometí la locura de cambiar mi inscripción en el trail por la Ultra, ya me decía que no iba a ser una más.
17:30 h. Me recoge Pablo, quién si no para cumplir el reto, y cogemos dirección Seoane do Courel en donde nos engancha Rober, otro valiente del Tri Coruña (que haría el trail) y después de 2 horitas de trayecto nos vamos directamente a recoger el dorsal. Llueve. Novedad en Galicia. Por si la prueba no era dura de por sí. Para recoger el dorsal en el colegio tenemos que enseñar el material obligatorio: mochila, bidones, manta, silbato, teléfono, cortavientos y frontal. Nos dan una camiseta para el recuerdo, un dorsal muy chulo con el perfil (que mete miedo) y nos vamos al centro de operaciones, un piso a 2 km de Seoane con unas vistas tan espectaculares como las de la foto. Preparamos todo y a las 21:00 h. volvemos a Seoane a la reunión técnica. Por allí están Fede y Luis del CAS que correrán el trail y mucha cara nerviosa. La reunión fue bastante desastre. No les funcionó el ordenador y nos explicaron de palabra todo el recorrido, 20 minutos para arriba, para abajo, que sí, que no, que muy técnico... lo único que saqué en claro es que iba a ser muy duro y que no se hacía la subida a la Besta de Paderne ni otro tramo porque denegaron permisos a última hora por unas protestas, así que el recorrido variaría con otra subida de quitar el hipo o en palabras de Moutinho, "pra facer a 4 patas". Después de la reunión toca coger fuerzas y nos vamos a "Casa Ferreiro", donde están todos los participantes de la prueba y nos tomamos el menú de pasta + pollo y de postre una tarta de castañas, típico de la zona. Allí conocimos a un par de chicos de Pontevedra y nos pasamos la cena contando batallitas. De vuelta al piso, vendar tobillos, dejar todo el material listo (unas 50 cosas, otro día las desgrano) y a dormir.
5:30 h. En pie!! Miro por la ventana, lloviendo. Buff, qué ganas de salir a correr por el monte 80 km. Menos mal que Pablo está igual, desayunamos fuerte, nos convertimos en ultreros y salimos tarde hacia Seoane. Aparcamos y nos hacemos la bajada fuerte hasta el colegio trotando, a modo calentamiento. Y es que llegamos sólo 15 minutos antes de la salida, con el tiempo justo para dejar la "mochila de transición" para mitad de carrera, soltar nervios y desearnos suerte. Por allí están Berto (que hará el trail, con salida a las 8:30 h.) y Bea del CAS, que vienen a animarnos a mí y a Luis, otro trotamontes infatigable del club. Aún amaneciendo, nervios a flor de piel, el cielo amenazante y un ambiente de tensa espera para la batalla...
Sábado, 28 de mayo, 7:05 h. Al fin. Ya no hay vuelta atrás. 80 km (en teoría) y casi 12000 metros de desnivel. 80 valientes. Ni más ni menos. Al monte. A las 8:30 h. saldrían los del Trail (40 km), con los que compartiríamos recorrido (la primera mitad de la ultra) y 10:30 h. Mini Trail (16 km).
Me conozco. 14 días antes me calenté en la salida de la Ultra de Picos (55 km) y lo acabé pagando. Estrategia: salgo detrás con Pablo, primera bajadita suave y después de 50 metros de llano primer rampón tipo Ézaro para ir entrando en materia. A caminar. Y la subida por asfalto se alarga más de 600 metros. 300. Son los 
que tardo en despedirme de Pablo, porque tampoco quería quedarme atrás de todo y empiezo a subir pulsaciones. Algunos conocidos como Iván Barreiro, Dani Corvo y los portugueses ya se han escapado, pero me fijo que Quito, otro de los gallos, va a unos 30 metros, así que lo tomo de referencia. Cruzamos el pueblo y sin paños calientes, primer match ball, una subida de varios kilómetros que iba a ser hasta "a besta de Paderne" pero que finalmente se haría por otro sitio. Se estrecha la pista, nos adentramos en el monte y los primeros kilómetros son de subir y llanear por tramos no demasiado técnicos, con el típico "te paso, me pasas"; me lo tomo con calma y en la última parte de la subida, ya más empinada, vuelvo a ver a Quito a unos 30" y me imagino que mal no iré. Llegamos al pico y sorprendentemente no se me hizo tan dura esta parte inicial, no sé si fue por el ritmo, los kilometros o que tenía zonas llanas y corribles para recuperar el aliento, pero llegué con ganas de
correr. Y como pasa siempre, ahora a bajar. Pero al igual que la subida, la bajada también es bastante tendida aunque tiene mucha pizarra y está muy resbaladiza con la lluvia. Por aquí atravesamos "o val das mouras", una zona espectacular con piedras gigantes en donde parece que estás en la selva amazónica. En estos kilómetros me uno a un trío del Coutadas que van de naranja y se me pasa el tiempo más rápido, aunque en la última zona de bajada, muy peligrosa, antes del primer avituallamiento (km 15) se me escapan los 6-7 del grupo porque no arriesgo nada. Es igual, no paro a repostar y recupero posiciones. Los siguientes kilómetros son por bosque y pegados al río, mucho giro, piedra, resbalones, repechos... ¡divertidísimo! Algunos ya empiezan a quedarse, porque la zona es más corrible, y me voy con los del Coutadas, que van a buen ritmo. Mi reloj se vuelve loco y marca kilómetros de más, pero voy calculando con los avituallamientos. Sobre el km 20 se anima la carrera, empieza a llover de lo lindo en un tramo de bosque y bajo el ritmo para ponerme el cortavientos antes de empapar la camiseta. Llego al 2º repostaje (km 22), tomo una galleta, medio plátano y llueve un montón. Ninguno de mis compañeros de viaje tiene pinta de querer salir, así que inicio mi tramo de soledad, con bastante barro y unas rectas eternas por pista con unas vistas espectaculares. De la comodidad
paso a una zona más estrecha, con mucha maleza y tienes que estar "desbrozando" y apartando ramas sin parar, mezclado con algunas bajadas peligrosas de piedra. Sin sustos, llego a la "cueva del oso". Buff, en serio, ¿hay que meterse por ahí? Busco otro camino, nada; espero a que venga alguien, tampoco; así que comienzo a bajar rezando para que no me coma un oso. No veo nada. Camino un poco pisando con cuidado y al fondo se ve la luz a la izquierda. Suspiro. Salgo y a correr de nuevo, tramo de río, bosque y paso por el 3º avituallamiento preguntando cuánto queda hasta el colegio y sin parar, ante la mirada asombrada de varios corredores que están allí repostando. Mi idea es llegar cuánto antes a la mitad de la prueba y tomarme allí un respiro, voy empapado y no me apetece frenar en seco con el ritmo que llevo. Así que me tomo otra barrita y a seguir. Menos mal que la señalización es perfecta y  no me paro nada a orientarme.
Último tramo por pista forestal muy corrible, me pasa un chico del minitrail y sigo sus pasos, llegando a Seoane en poco más de 5h 30'. Analizo la situación, voy bastante bien, no me duele nada, ha parado de llover, no me ha cogido ninguno del trail... ¡genial! Aquí llega uno de los puntos negativos, la mochila de supervivencia: las tienen todas en el suelo en una carpa, en bolsas azules con el número rotulado y sin ordenar; me paso 5 minutos buscando la mía, ¡qué desesperación! Me encuentro a Quito que se está cambiando y hablo un rato con él. Mientras, cojo barritas y geles, relleno botellines y decido seguir tras 10' de repostaje. Empieza la fiesta. Nada más bajar la cuesta del colegio, giro a la derecha y para arriba. Mimá, vaya subida, con zonas de 4 patas y sin descanso. Aquí cazo a un chico y nos coge Quito por detrás. Hacemos la subida los 3 y el upper (la parte de arriba) de mis ultraraptor se va descosiendo en cada tropezón, mala señal. Coronamos y en la bajada posterior con mucha piedra y zanja se me escapan y me pasan otros 2. Es lo que hay. Tiro de orgullo y en el llaneo por pista los cazo otra vez. Y sin tiempo para más llegamos al plato fuerte, la subida a Penaboa. ¿Canal de Trea? Eso es pan comido. Categoría especial se le queda corto. Para mí fue más duro que Trea. Me pongo detrás de Quito y decido no mirar hacia arriba. Vamos dejando a los demás atrás y después de 2 km con las manos en los cuadriceps levanto la cabeza y veo "el muro"... ¿sin ascensor? Pero la compañía anima y hacemos cumbre sin quejas ni parones tras más de 1 hora a ritmo en una subida infernal sin descanso, aunque arriba aprovechamos para hacer un "pit-stop". Otro pequeño repecho y a comprobar si las rodillas aguantan, casi 5 km de 
bajada por pista ancha con piedra suelta, vaya martirio. Aquí sufrimos los 2 y los que venían detrás nos sacan las pegatinas. Pero aquí ya nos hemos convertido en "pareja de hecho" y nos vamos dando ánimos. Con mucho alivio llegamos al llano y ahora se suceden zonas de bosque con bajadas técnicas, en las que Quito se me escapa, le digo que tire pero decide esperarme, quiere que lleguemos juntos, vaya crack. Intento no hacerle perder mucho tiempo y entre charla y charla por el bosque y tras otra bajada infinita de varios kilómetros que hace saltar nuestros cuadriceps por los aires, llegamos casi al km 70 por el gps, en teoría a 10 km de meta y con un último repostaje, aunque a mí el perfil del dorsal no me coincidía. Llegamos al pueblo (creo que Moreda), allí está uno de los chicos que nos adelantó y preguntamos cuánto queda. "Creo que 20" nos dice el chico. ¿Es una broma, no? Si llevamos casi 70!! Bajonazo. Frutos secos, plátano, galleta y nos pasa un  portugués sin pararse. Salimos 2' después y el desnivel aumenta por asfalto y continúa por el bosque, todo para arriba. Aún encima ahora aprieta el calor
y me tengo que remangar para no deshidratarme. Me tomo unas sales (me provocan un flato que me dura unos kilómetros) y seguimos dándonos ánimos. Toca tirar de cabeza y no podía estar en mejor compañía. La subida por el bosque se hace eterna y sólo nos distraemos con un ciervo que escapa a lo lejos. Cresteamos con barro y un zig-zag continuo y cazamos a un chico, que se nos pega detrás. El ritmo es demasiado alto y arriesgado por zonas técnicas y estrechas para llevar más de 70 km a la espalda. En un giro golpeo una piedra y se me rompe el upper de la zapa derecha, saliéndome 3 dedos por arriba... ¡vaya show! Los vuelvo a meter y por suerte la puntera está reforzada y aguanta, aunque en la zapa izquierda también asoma un dedo desde hace rato... menos mal que son las tope de gama de La Sportiva y tienen pocos kilómetros. Serán mis uñas de halcón milenario. En una bajada veo que el que nos sigue me echa el aliento en el cogote, así que decido dejarle pasar y que se escorne. Quito hace lo mismo y lo perdemos de vista. Qué gusto, volvemos a ir a buen ritmo pero cómodos, aprendiendo en las bajadas y tirando en las subidas. Miramos de nuevo el GPS después de "surfear" un barrizal en descenso por el monte (en un bucle por el que pasamos 15 km antes) e indica 76 km, no debe quedar demasiado, aunque el chico nos dijo que aún había otro avituallamiento. Espero que no. Vuelve a llover y después de un repecho llegamos al avituallamiento, donde nos dicen que aún quedan 10. Si está el río cerca en ese momento me tiro. Cogemos las últimas fuerzas, gel con cafeína y para arriba. Aquí me toca tirar a mí,
parece que el gel surte efecto y me encuentro de nuevo con ganas, intentando reservar fuerzas para lo que queda. Otra larga subida por pista forestal ancha y toca un tramo rompepiernas, donde cazamos al chico que dejamos pasar hace unos kilómetros que va fundido. Nos venimos arriba y a partir de aquí ponemos el modo "on fire fiebre del sábado noche" y aumentamos el ritmo como si no hubiera un mañana, por una zona muy corrible de unos 4-5 km aderezada con un tramo de barro hasta los tobillos cerca del río. En esta zona cogemos a otro corredor, que está reponiendo fuerzas y se nos pega detrás, pero aguanta poco más de 1 minuto, lo que tarda Quito en poner de nuevo la velocidad de crucero y volar por el barro y pegado al río. Y yo detrás. Sube, baja, sube, baja, sol, lluvia, sol, lluvia... ¿pero esto no acaba? 84, 85... seguimos a tope pensando que ya no queda nada y por fin, cuando le pregunto por trigésima vez cuánto tiempo llevamos de carrera (porque mi GPS se apagó) pisamos asfalto y vemos el cartel que pone Seoane, 
piel de gallina a falta de poco más de 1 km. Sin nadie por delante ni por detrás, la sonrisa es inmensa. Estamos a punto de conseguirlo, llevamos más de 6 horas juntos apoyándonos y la aventura se acaba. Cruzamos el pueblo, hacemos la bajada del inicio con una sensación increíble y afrontamos la última subida hacia el colegio como hay que hacerla, corriendo, entre los ánimos de la gente. Justo antes de la recta final nos damos la mano y entramos en meta en 8ª y 9ª posición, con un tiempo de 12h 17' 51" (mi ángel de la guarda sube al podium con el 2º puesto en veteranos) tras algo más de 87 km y casi 12000 metros de desnivel, con un millón de anécdotas, momentos y sensaciones que se quedarán en nuestras retinas para siempre. Se acabó. Viene Moutinho (organizador) a felicitarnos, nos ponen la medalla y nos fundimos en un abrazo con significado, con la idea clara y la emoción de haber conseguido algo muy grande. 
Fotos para el recuerdo y toca reponer fuerzas, aunque mi estómago no está para fiestas y al pararme un rato parece que me da un pequeño bajón nivelado por el subidón de adrenalina con el carrerón que hemos hecho. Cojo la mochila, me cambio de ropa y espero a que vengan mis compis del CAS a buscarme para ir al piso a ducharme y revivir, aunque mis piernas siguen en "modo robocop". De nuevo en la zona 0 dispuesto a volver para casa, nos quedamos a esperar a mi compañero de equipo Luis que llega un par de horas después, lo felicitamos y de vuelta a casa recordando muchos momentos y con ganas de escribir esta crónica. 0:00 horas, vaya fin de semana. Y mi compañero Pablo sin llegar, lo haría cerca de las 2 de la mañana tras más de 18 horas de carrera, con frontal y lluvia en abundancia... ¡enhorabuena fenómeno, todo un ejemplo!

Sin palabras. Así me dejó una carrera para el recuerdo. Está claro, tiene sus fallos, como todas. Pero el lugar (un Courel mágico), la distancia, el recorrido (nada que ver con la UTPE, porque se podía correr a pesar del barro, subidas de infarto y zonas técnicas) y la posibilidad de conocer y aprender de un corredor tan grande como Quito (de esos que no te importa que te gane en una carrera) harán que esta prueba no se me olvide jamás, ojalá que sea la primera de muchas más y que en todas acabe tan feliz... ¡larga vida al Courel!

 - El Courel, hay que vivirlo. Paisajes mágicos.
- Señalización perfecta.
- Relación calidad-precio: inigualable.
- Voluntarios de lujo, más mérito que nosotros.
- Duchas en la zona de meta (aunque no las usé)
- Aparcamiento cerca de salida/meta.
- El menú de "Casa Ferreiro" para chuparse los dedos.
- Avituallamientos completos y bien situados.
- El piso a 2 km de la salida fue un lujo añadido.
- La medalla chulísima, será eterna.
- La organización, a pesar de los fallos, enormes: una prueba como esta... me quito el sombrero.
- 4 puntos UTMB... ¿por qué no?



- Cambios de última hora (el día anterior), aunque no fuera culpa de ellos, no se pueden permitir en una prueba que pasó de 80 a 87 km sin previo aviso a los corredores.
- La bolsa de supervivencia sin ordenar a mitad de carrera me hizo perder 5', no cuesta nada tener un voluntario o ponerlas ordenadas, éramos 80.
- La reunión técnica sin ordenador (les falló) fue un poco liosa y con los recorridos nuevos de última hora... no me enteré de nada.
- Las clasificaciones no están muy bien, falta gente y nos ponen con 3" de diferencia aunque para mí "el maestro" entró delante.



PD: Sin duda, este regalo para los sentidos del que disfrutamos unos pocos e irreductibles galos puede resultar una tremenda locura para la mayoría, pero la vida se compone de estos momentos y son esos pequeños trocitos de vida los que nos hacen sentir, soñar y ser felices porque, como hemos podido comprobar este año en el Cainejo, la mala suerte y la desgracia puede aparecer en cualquier momento... por muchos momentos mágicos en la montaña para todos como el que he vivido yo este fin de semana y porque desgracias como la del Cainejo no se repitan más. Descanse en paz.


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