jueves, 3 de marzo de 2016

109ª COMPETICIÓN: ULTRA TRAIL DO CASTELO: ÉPICO

Sábado, 27/2/16, 8:00 h
ULTRA TRAIL DO CASTELO
Lugar: Quiroga (Lugo)
Distancia: 66 km (tb. 24 km y 46 km)
Desnivel acumulado: 7500 metros
Dificultad: muy alta
Inscripción: 50 euros (+ Trail do Lor)
Tiempo: 9h 25' 20"
Tiempo del 1º: 8h 19' 34" (- 1h 05' 46")
Puesto: 13º de 150
Avituallamientos: agua, isotónico, fruta, frutos secos...
Trayecto desde Betanzos: 1h 40' - 157 km
Puntuación: 9 / 10
Repetiría: SI
Alimentación: 3 barritas, 3 geles, 1 plátano, powerade y agua
Zapatillas: la sportiva ultraraptor
CLASIFICACIÓN

"Sigue, no te pares". Con los dedos de los pies congelados y tratando de calentar las manos, por mi cabeza pasan imágenes de la película "Viven" y "El Renacido" mientras intento no caerme por las ráfagas de viento y busco con la mirada el final de la subida al pico de Montouto. ¿Y queda más de la mitad? Si ya lo había avisado Blas el día anterior en la reunión técnica... "No pienses, avanza, busca las huellas". En esta tesitura
me encontraba en el km 29 de la ultra del Castelo. Pero empecemos por el principio.

Viernes, 26 Febrero, 21:30 h. Desembarco en Quiroga con Pablo después de una pequeña nevada por la zona de Lugo. Para ir entrando en materia. Como siempre, llegamos justos de tiempo y nos da tiempo a cenar a medias en el Chapakuñas con mis compañeros Cris y Jorge del CAS y con la comida en la boca corriendo para la charla técnica. Cuando llegamos ya estaba Blas hablando de las bondades de la carrera: que si barro, nieve a 300 metros y subiríamos a 1500, cruzar "3 veces al menos el río" (me da la risa), vientos de 70 km/h, agua, obligatorio mallas largas, impermeable, guantes... y todos los ingredientes que se le pueden añadir a una carrera extrema. Y de regalo, para evitar una bajada peligrosa, 3 km a mayores, por si se nos hace corto. Después de "ponérmelos" de corbata, miro el reloj. "Mimá, las 23:30 h". Vamos a por los dorsales y... ¡cerrado!
Buff, vaya previa estamos haciendo, a madrugar más para cogerlos mañana. Si ya vamos a dormir poco... tiramos para Monforte, donde tenemos el hostal y llegamos sobre las 0:30 h. Toca hacer la mochila, sin saber todavía si podríamos hacer el Ultra o nos conformaríamos con el Trail según las condiciones meteorológicas. Por si acaso, metemos todo el material obligatorio (manta térmica, frontal, guantes...), teléfono a cargar y antes de dormir le pido a Pablo que me vende el tobillo porque lo tengo algo tocado de un pequeño esguince en Moaña. Ahora sí, 1:30 h, a resetear. No, no puede ser, Pablo en Do Menor y yo subiéndome por las paredes. En resumen, con 3 horas de descanso me suena el despertador... ¡pero si acabo de cerrar los ojos! "Va, Jose, es igual, no te va a influir, a por el reto". Intento automotivarme mientras desayuno y me transformo en ultratrailero. No hay marcha atrás. Se acerca la hora. Al coche y...
7:00 h. Llegamos a Quiroga aún de noche. Cogemos los dorsales, llueve. Frío. Pereza. Por allí anda Blas preparado para subir a Montouto y decirnos si se podrá hacer el Ultra (nos avisarán en el km 20). Vamos
para la salida, allí están mis compañeros del CAS, los de la Ultra, el Trail y el "Mini", aún somos unos cuántos. Fotos, nervios, ánimos y empezando a amanecer... ¡en marcha!
Por delante, 66 km divididos en 3 partes, los 20 primeros de barro, pegados al río, algo de nieve, zonas técnicas... los siguientes 20 (de la Ultra) de marcha nórdica en unas condiciones bestiales y con unas vistas impresionantes y los últimos 26 km con más barro, túneles, cuerdas y mucha piedra.
Los primeros 300 metros en bajada por asfalto me los tomo con calma, junto a mis compañeros y haciendo chistes, nos las prometíamos felices. Giro a la derecha y aunque seguimos en asfalto el desnivel se convierte en positivo, menos sonrisas. Aquí veo que se empiezan a quedar y ya me meto en carrera, avanzo posiciones
aunque con mucha calma, queda un mundo. Después de unos 500 metros de subida empieza lo bueno, al monte. Primer cortafuegos, todos en fila india, he salido demasiado retrasado y toca hacer caravana. Algunos se impacientan, pero no hay mucha solución. Cruzamos el río por primera vez, congelada; bajada larga y me pasan varios como aviones, no arriesgo. Llegamos a un tramo pegado al río, de nuevo en caravana, y veo a Felipe (de mi club) por delante... ¡pero si iba atrás! Debió hacer la "bajada recta", es su especialidad. Durante un par de km toca
patinar por el borde del río, sin apenas correr, agarrándose a los árboles, esquivando troncos, mojando las piernas. Vamos una mezcla interesante de canarios, asturianos y gallegos. Después de esta zona cogemos una pista ancha, saludo a Felipe y tiro, intentando correr cuando el desnivel no es muy elevado. La subida es bastante larga y me da tiempo a intercambiar unas palabras con una chica portuguesa que también hace el ultra, toda mi admiración. Por fin llega el primer avituallamiento, km 8.5. Aunque ni paro, el apoyo psicológico de "el primero superado" se nota y alegra las piernas. Poco dura la alegría. Tras un giro a la derecha el camino se estrecha y 300 metros después hay varios corredores parados. No encuentran las señales. Se paran los que vienen detrás y nadie sabe para donde tirar. Un poco para atrás, otro poco para adelante... y así pasan varios minutos. Hasta que un valiente decide tirar para abajo, otro para delante y... al final era para atrás. Nos gritan y retrocedemos un grupo de unos 30 corredores (con Felipe que nos caza) y la señal estaba tapada por la nieve. Bajada y de nuevo otra zona al borde del río con spa para pies gratuito, troncos,
terreno resbaladizo y algo de nieve. Nos vamos ayudando unos a otros, de nuevo en caravana hasta que "el manto blanco" hace acto de presencia e iniciamos la primera marcha nórdica del día, nieve a unos 50 cm y a caminar. La hilera es importante, imposible correr. Pillo de nuevo a Felipe y tras charlar un poco con él decido aumentar la frecuencia. Paso a algún corredor en pantalón corto y por empatía se me pone la piel de gallina. Después de "un mundo" caminando por la nieve y de una bajada interminable y peligrosa de pizarra resbaladiza y otra más corta pero aún más peligrosa que bajo literalmente patinando con culada incluída, llegamos a Outeiro, km 20, 2º avituallamiento y donde están las mochilas para cambiarnos por si nos hace falta. También ofrecen caldo calentito, bebida de todo tipo, gominolas... Los voluntarios nos dicen que se puede hacer el ultra, pero que es decisión nuestra seguir o desviarnos para el trail. "¿Para qué hemos venido?"
Así que casi sin parar (me había tomado 1 barrita 15 minutos antes), bebo un poco de powerade y agua y a seguir, desvío a la derecha hacia el ultra sabiendo que no habría ayuda ni avituallamientos hasta la vuelta a Outeiro 20 km después. A la aventura. Y es que no me imaginaba lo que me iba a encontrar... Callejeo por el pueblo, y de nuevo al monte, cruzar ríos, barro, cruzar más ríos, más barro, otro río y... empieza lo bueno. Cada 500 metros, por suerte, voy cazando a un objetivo, me encuentro bien y adelantar gente me anima aún más. Justo al iniciar la subida hacia Montouto, el color cambia; del barro pasamos a la nieve, todo se vuelve blanco y en ese momento cazo a Mariano, un chico de Oviedo que va con bastones y lleva un buen ritmo. Decido quedarme con él, recuperar un poco y luego ya veríamos.
Gran acierto. El desnivel cada vez es mayor, nieva, el viento aumenta y aquello se convierte en una secuencia de la película "Viven". Avanzamos caminando siguiendo las huellas de los cracks, aunque los centímetros aumentan y como te desvíes un poco te entierras hasta la rodilla. Las vistas son increíbles. A lo lejos vemos a varios corredores y poco a poco los cazamos. Empiezo a saber lo que sienten los montañeros al escalar los picos. Seguimos subiendo y cada vez es más difícil avanzar. En algunas zonas hay que echar manos a tierra para subir y, a pesar de los guantes, los dedos empiezan a congelarse y los de los pies hace rato que van en alerta. Además, el viento lateral aumenta y la nieve me congela la parte izquierda de la cara. Intento a duras penas golpear la cara y las manos, subir el buff  y protegerme mientras procuro no despegarme de Mariano, porque si me quedo sólo en aquel momento hago la 2ª parte del Renacido. Cuando pienso que ya queda poco nos avisan que faltan sobre 2 km... Me da por ponerme a pensar si funcionará la manta de supervivencia, pero trato de cambiar el chip. Imaginaros para un "novato trailero" que nunca ha estado en la alta montaña y solamente lleva 1 año haciendo trails sencillos... ¿pero qué hago aquí? Justo al escalar un buen pico cazamos a 3 corredores y esto nos da fuerzas. Además, llegamos al fin al "Pico Montouto", a 1500 metros y pensamos que "lo peor" ya ha pasado. Nada más lejos de la realidad. Los siguientes kilómetros son "a pecho descubierto", con el viento y la nieve dificultando la visibilidad, con los dedos cambiando de color y algunos corredores pasándolo aún peor que yo. Si el Yeti existe está aquí seguro. Por suerte, Mariano es
bastante enrollado y nos pasamos cerca de 2 horas hablando de las carreras, del trabajo, de la vida... 2 horas surcando el pico con la nieve a 50-60 cm, a veces más, casi sin visibilidad, buscando una referencia con la mirada que nos indique que vamos a descender, pero aquello es interminable; por fin, comenzamos la bajada por la nieve, dejándonos llevar como los niños pequeños, una bajada larga en la que nos pasa otro corredor y nos ponemos a su rueda. Y 15 km después... ¡se acaba la nieve! ¡Por fin! Vuelve el barro, ya lo echaba de menos. Llegamos a una subida de las que agarran y Mariano se queda, el otro chico también y como me encuentro con fuerzas decido tirar. Vuelvo a quedarme sólo pero cada kilómetro encuentro "mini-objetivos" que me animan a apretar. Los voy cogiendo y después de otra bajada tipo "humor amarillo" en la que me juego los tobillos (y la cabeza) varias veces, consigo llegar de nuevo a Outeiro y toca hacer los 500 metros de subida hasta el avituallamiento para "fichar" y volver a bajar. Analizo prioridades: manos y pies vuelven a estar bien, he comido 2 barritas y 1 gel y he parado una vez a "evacuar". Ahora mismo, todo en orden. La elección de poner 2 térmicas, la camiseta de manga corta del CAS y el cortavientos ha sido perfecta. Así que en el avituallamiento sólo paro a rellenar los bidones, bebo un poco y sigo, pit-stop de los rápidos. Casi al final de la bajada me cruzo a Mariano y nos damos ánimos. Quedan 25 km, un mundo, a ver cómo respondo. Los siguientes kilómetros tienen tramos complicados, bajadas rápidas con mucha piedra y ramas, otros tramos rompepiernas, zonas que se estrechan con piedras grandes...
"Va, Jose, que ya no queda nada". Aquí sí que voy bastante solo, aunque ver la inmensidad de las montañas es un privilegio y el tiempo parece que en esos momentos acompaña. Son las 14:30 h, si sigo así llego para la merienda. Tras pasar una cascada chulísima me da un pequeño bajón, así que decido tomarme un gel con cafeína y parece que hace efecto, vuelvo a aumentar el ritmo y sigo pasando gente. Ya no me paro a hablar, voy en modo "carrera corta" y abro hueco con relativa facilidad. Mejor. La cabeza ya no tiene ganas de guerra. Después de otra larga bajada, km 53, penúltimo avituallamiento, allí nos juntamos 3 corredores y salgo el primero a correr. Los pierdo rápido de vista en otra zona técnica que se estrecha bastante, barro resbaladizo y mucho zigzagueo. Ahora sí que las piernas piden
oxígeno y lo que queda es pura supervivencia. Me pongo a pensar en las batallitas que contaré sobre la carrera mientras cruzo ríos, patino, bajo derrapando, aprieto los dientes en los repechos... y de repente un túnel. Me meto y... "¿hola?" si no se ve nada. A 4 patas hago espeleología durante 50 metros hasta que veo la luz (nunca mejor dicho) y salgo a un cortafuegos considerable, llegando sin aire arriba. Último avituallamiento, 7 km para el final, prefiero no pensarlo. Resoplo. Me animan. Medio plátano para dentro, gel con cafeína y a seguir. Cuando me las prometía felices pensando que lo peor había acabado llego a una zona de cuerdas en la que agradecí las sesiones de gym porque vaya desnivel... ¡y sin arnés! Para que no me quejara, poco después otro cortafuegos interminable que me sirvió para adelantar a otros 2 corredores. 5 km, 4 km... no sé por qué pero los últimos km siempre se hacen eternos. Como si fuera un espejismo, llego a una bajada
muy larga y rápida en la que no se ve el final. No veo a nadie delante, tampoco detrás y decido no jugármela. En pleno descenso me cruzo a unos chicos y me dicen que no queda mucho, llegar al castillo y poco más. Cojo aire y sigo sin bajar el ritmo, mirando de vez en cuando hacia atrás puesto que mi técnica con desnivel negativo es nula. Por suerte la ventaja es grande y la pequeña torcedura que me hice sobre el km 35 en el tobillo izquierdo no va a mayores y se queda en un susto. Giro a la derecha y el camino se anchea. Parece que lo voy a conseguir. Ya veo el castillo más cerca y reconozco el camino, buena señal. Ya estoy en Quiroga. De día. No guardo nada y ya en el asfalto deshago el camino hasta girar a la izquierda e iniciar la interminable recta en subida hacia la línea de meta. Casi no puedo correr.
Pero la alegría de llegar a la meta es mayor que cualquier dolor y después de 9h 25' 20", a las 17:30 h., cruzo la meta en 13ª posición, a 3 minutos del top-10 y a poco más de 15' de "un tal" Fernando Cancelo que quedó 5º. Subidón y de los grandes. Debut en un ultra superado con nota. Vienen a felicitarme pero necesito comer algo; además, comienza la fase "walking dead", ahora cada paso cuesta y las piernas se convierten en rocas. Tomo unos frutos secos, bebo, hablo un rato con mis compis del CAS y antes de congelarme me voy a la ducha... ¡congelada! Por si no nos pareció dura la carrera... Al menos en el Chapakuñas consigo la reanimación a base de callos y pollo con patatas, fuerzas que me ayudan a volver a la zona 0 a animar a mis compañeros que llegan y a Pablo que cruza la meta rozando el top-50 solamente 2 horas después justo antes de que anocheciera... ¡vaya fenómeno! Aún con la sonrisa de oreja a oreja, sin creerme lo que acababa de vivir, ponemos rumbo a casa planificando ya la próxima aventura que será en pocos días... ¡qué viva el monte y larga vida al Trail do Castelo!

 - Aparcamiento pegado a la salida / meta
- Duchas cerca de la salida
- Baños en la salida... ¡y con papel!
- Ambiente espectacular, de carrera grande
- Circuito de piel de gallina, por dureza  y paisaje
- Voluntarios de lujo, animando a pesar del día
- Bolsa en carrera, se agradece con estas condiciones
- Guardarropa
- Señalización increíble, sobre todo con el tiempo que hizo
- Charla técnica espectacular, se notaba que Blas se sabía todo de memoria, un crack

- Ducha fría, después del palizón...
- Avituallamiento final bastante escaso, aunque recuperé en el Chapakuñas
- Un buff por cruzar la meta en mi primer ultra... (¿camiseta? ¿medalla?)
- Sin apoyo ni avituallamiento en los 20 km de Montouto me parece un poco arriesgado si alguien se hubiera lesionado o perdido
- Un poco tarde la charla técnica, perdí horas de sueño



En resumen, debutar en una ultra y quedar el 13º no es lo más importante. Me considero uno de esos poco más de 100 privilegiados que ha podido vivir esa ascensión a Montouto, solamente los que estuvimos allí sabemos lo que fue; me alegro de haber tomado la decisión de seguir y que la organización nos dejase vivir una de las mejores experiencias en una prueba deportiva de mi vida. Nunca pensé que un trail pudiera tener tantos momentos de compañerismo, dureza, barro, nieve, sufrimiento, sudor, esfuerzo, experiencias, amistades, bajones, subidones y todo lo que os podáis imaginar en más de 9 horas de carrera. Todo eso (y mucho más) lo viví en el Ultra Trail do Castelo, así que solamente puedo felicitar y dar las gracias a los organizadores por haber hecho posible que pudiera vivir algo así. Está claro que se me quedan muchas cosas en el tintero, pero creo que la emoción que sentí al cruzar la línea de meta y la que siento cada vez que me acuerdo de esos momentos puede servir para que os hagáis una idea de las ganas que tengo de repetir la aventura, así que cierro capítulo con la firme intención de vivir (y contar) muchas más experiencias como esta... ¡hasta la próxima!

PD: a falta del vídeo oficial de la organización, que promete ser espectacular, os dejo el de un corredor en la subida a Montouto (piel de gallina), ¡que lo disfrutéis!


2 comentarios:

  1. Impresionante. Debut en Ultra de montaña en condiciones durísimas y ese tiempo prácticamente a la par de Cancelo. No solo se ve que estás en muy buena forma física sino mental.Ten cuidado , que dicen que los Ultras enganchan. Enhorabuena.

    ResponderEliminar
  2. Gracias, Miguel, pero creo que tu consejo llega tarde... ya estoy enganchado!! La verdad es que fue un subidón el resultado, espero seguir disfrutando mucho más tiempo de esto y que todo siga tan bien. Un saludo!

    ResponderEliminar